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"También vosotros debéis lavaros los pies unos a otros".

Mt 26, 14-25

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Reflexión para el jueves Santo

9 de abril de 2020

Ambientación

La verdadera revolución se hizo en un lebrillo (jofaina) y con una toalla. No llegó por el camino del poder y la fuerza, ni siquiera de la sabiduría y la riqueza. Llegó arrodillada, acariciando los pies heridos, lavando las manchas del dolor, y secando con la ternura de un amor sin límites. Se levantó en libertad desde los últimos y los pequeños, y se fue haciendo verdad sin ruidos, en silencio, como la levadura lo hace en la masa.

El amor hecho a trozos y repartido para que nadie se quede sin pan y todos puedan sentarse a la mesa. Es el momento, y ya está inaugurada la casa común, sólo hacen falta más servidores de Jesús, de rodillas, con lebrillos de libertad y toallas de ternura y compasión ante la humanidad perdida y sufriente. Atrévete a comer su Cuerpo partido y a brindar con su Sangre derramada, así tendrás fuerzas para el Reino y su justicia.

A la luz de la palabra: Éx 12,1-8.11-14/1 Cor 11,23-26/Jn 13,1-15

El Evangelista Juan no habla de la Eucaristía. En su lugar, nos relata el “Lavatorio de los pies”. Juan da a este relato una importancia capital, pues lo coloca como presentación y clave interpretativa de la Pasión, muerte y resurrección de Jesús: todo ello es una prueba de amor (Jn 13,1). Ha caído por los suelos (nunca mejor dicho) la imagen de un mesías triunfante, que podríamos deducir de la fiesta del pasado domingo.

Este cambio tan brusco explica, quizá la reacción de Pedro: no puede asimilar ni entender la imagen de un (el) Señor y un (el) Maestro tirado a los pies de “sus” “discípulos”: es, desde luego, esta imagen más elocuente que mil discursos.

En la institución de la Eucaristía en los Sinópticos, Jesús dice a sus discípulos: “Haced esto recuerdo mío” (1 Cor 11,24-25). En el Lavatorio de los pies les dice: “Os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” (Jn 13,15).

Esto es:

  • ¿Cómo hemos podido creer que participar en le Eucaristía era simplemente un “precepto” que había que “cumplir”?
  • ¿Cómo hemos podido creer que la participación en la Eucaristía era una mera devoción privada y particular que a mí me gusta?
  • ¿Cómo hemos podido olvidar con demasiada frecuencia que participar en la Eucaristía implica, y pasa necesariamente, por lavar gratuitamente los pies a los demás?
Pero tampoco podemos olvidar esta otra dimensión, con frecuencia olvidada por nosotros, cristianos. – Que los discípulos aquí “no lavan los pies a nadie”; ellos “son lavados”. – Que Pedro no lo entiendo: “No me lavarás los pies jamás” (v.8ª). – Que la respuesta de Jesús muestra la gravedad de la actitud de Pedro: “Si no te lavo los pies, no tienes nada que ver conmigo” (v.8b).

Tal vez esto implica una subversión de valores. 

a) Un nuevo modelo de Iglesia:

  • Que ha de lavar los pies a todas las personas, en especial a las más débiles de su tiempo y lugar.
  • Pero, a la vez, ha de dejarse lavar los pies por esas mismas personas de su tiempo y lugar.
  • Pues ella 2no tiene siempre a mano la respuesta” (GS 33b).

b) Un nuevo modelo de cristiano:

- Ser capaces de recibir agradecidos el servicio y el cariño de los demás: sabernos y sentirnos queridos.
- Y, desde esta experiencia, intentar despojarnos de tantos ropajes que nos impiden ser nosotros mismos y, “casi desnudos, como los hijos de la mar” (A. Machado), acercarnos a los demás tratando de servirlos gratuitamente.
- Pero, si no nos hemos sentido servidos y queridos previamente, quizá todo esto nos resulte demasiado difícil, por no decir imposible.

Cuando sí hemos vivido agradecidos la experiencia de sabernos gratuitamente queridos y servidos, tal vez nos resulte más fácil participar en la Eucaristía de un modo más auténtico, desde nuestra propia vida, que de este modo:
  • Habrá pasado a ser para los demás, pan partido y sangre derramada
  • E igualmente la de los demás para nosotros
  • Con lo que habremos vivido el mensaje que hoy nos ha transmitido el texto del “Lavatorio de los pies”.
Quizá así podemos entender de un modo más fácil “el ejemplo” que nos dio “el Maestro y el Señor”; así como su palabra, que nos invita a “hacer como Él ha hecho con nosotros”.

Manolo Fernández. Misionero de África (Padre blanco)




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