Guarda silencio en tu cabeza y en tu corazón.
Mira la imagen atentamente.
Jesús consideraba a Judas como uno de sus apóstoles, como a un amigo. Del mismo modo, el Señor nos llama a cada uno de nosotros sus amigos. Desafortunadamente, no siempre logramos percibir el amor infinito de Dios y nosotros mismos le ponemos límites a la acción de su gracia.
Ahora cierra los ojos y preguntémonos