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“Preparad el camino del Señor”

Mc 1, 3

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ADVIENTO 2020: Tiende tu mano y enrédate

“Guiones Litúrgicos". ADVIENTO Y NAVIDAD 2020-2021. Publicado por Cáritas.

Comenzamos una nueva andadura, un caminar a tientas donde las preguntas son muchas más que las respuestas y donde el don de la caridad, Cáritas, ha ayudado a responder a algunas de ellas. El lema de este año viene envuelto por la situación de desconcierto e inseguridad que la pandemia de la COVID-19 ha dejado a nivel mundial. Sin olvidar las acciones de solidaridad y fraternidad, hay que pensar en las incertidumbres, soledades, pobreza y marginación en las que viven muchas personas. De ahí que tender tu mano es contribuir a activar la esperanza que vive en el corazón de cada hombre y mujer y tejer red supone enredarnos en esa comunidad humana capaz de responder a los retos que nos plantea el momento histórico que nos toca vivir.

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Un nuevo Tiempo Litúrgico nos acompaña en este peregrinar hacia lo que no sabemos, acompañados de nuestras incertidumbres, de la mano del evangelista Marcos, que va a enseñarnos cómo Jesús realizó su proyecto salvador para la humanidad desde la oración, desde palabras auténticas y verdaderas, desde los signos liberadores del Reino, y todo ello en clave de pequeñez, abandono y humildad.

Adentrarnos en la Palabra de Dios es una invitación a descubrir que donde está Dios está la vida, que él quiso hacerse uno como nosotros y pasar por nuestro dolor y sufrimiento para mostrarnos que la salvación ha llamado a nuestra puerta y sólo tenemos que abrirla.

Este tiempo de Adviento y Navidad desde el amor incondicional de Jesús nos lleva a reflexionar sobre dos actitudes que nos ayudan a tender esa mano abierta a todo ser humano que se encuentra “tendido”, caído o enfermo, y enredarnos a comprender que solos apenas podemos construir nada.

La primera actitud es tomar conciencia de nuestra fragilidad humana. La conciencia de nuestros propios límites y de la fragilidad que conlleva nos hace ser humildes. Frente a la arrogancia de creerse el ser absoluto que puede regir el mundo, una persona humilde reconoce su carácter efímero y contingente. Reconocer nuestra fragilidad derrumba el individualismo como opción de vida, la autosuficiencia y el olvido del otro.

Una cosa es velar, vigilar, estar atentos con serenidad, y otra bien distinta es permanecer impasibles ante las sacudidas de nuestra historia y de las que se cruzan con nosotros. Pareciera esto una parábola de lo que ha podido sucedernos con el largo confinamiento. A veces, da la sensación de que seguimos igual, como si no hubiera pasado nada. Ojalá aprendamos a estar más atentos, porque Dios llega cotidianamente de mil maneras y se hace presente en tantos que nos rodean y nos necesitan. (…) (Vida Nueva Nº 3.201: Pliego)

La segunda actitud es la capacidad de cambio. Las personas buscamos estabilidad en nuestras vidas, seguridad, paz… Pero no podemos olvidar que la vida es un constante cambio. Está viva. Crecemos, maduramos, aprendemos… cambiamos… En cada uno de los momentos clave de la vida tenemos que renunciar a una parte de lo que somos para llegar a ser lo que en verdad podemos ser.

Precisamente el Adviento y la Navidad es un tiempo que nos anima al cambio, a la transformación de nuestro interior, porque Dios todopoderoso se hace vulnerable, se vuelve pequeño, nos acerca la vida.


Hablar de Adviento es hablar de espera esperanzada.

Es decir, una esperanza activa, comunitaria y cósmica. Hemos escuchado estos últimos meses una canción convertida en himno, “Resistiré”; pero la esperanza es mucho más que resistir: se trata de disponer todo mi ser a acoger aquello que se espera.

El pueblo de Israel esperaba de Dios los bienes terrenales más inmediatos. Ante las incertidumbres de la vida… siempre encontraba su seguridad en Dios y a él se dirigía para pedirle su intervención en la historia. La fe en la Palabra del Señor implicaba una esperanza y vivir en esta esperanza era la forma de vivir la fe.

En el Nuevo Testamento la esperanza tiene nombre propio: Jesús de Nazaret. Él viene a decirnos que el Reino ya está aquí, que la salvación llama a nuestra puerta, que nada de lo que pueda suceder al ser humano pasa desapercibido para Dios-Padre.

Este nuevo Adviento es una llamada a mantener en alza la esperanza de todos los que la han perdido por motivos diferentes, es una urgencia a abrir nuestras manos para dar y acoger a nuestro prójimo más cercano, es una invitación a aprender el arte de tejer lazos, creando puentes de cercanía, de comunión, de amor. (…)

Sal a los balcones de la vida, aplaude y celebra en familia, con tus vecinos, con todo aquel que te necesite, la salvación anunciada. Mantén viva tu espera: Jesús siempre permanece en primera fila.